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No soy el único que considera que en el estado actual de la sociedad se están cumpliendo todas las condiciones que indican que la evolución social y cultural se está frenando hasta que llegue a un punto en que se pare totalmente, debido a la propia inacción social por parte de los propios ciudadanos. Es algo que algunos llevan diciendo desde hace años, pero que sin duda más estamos empezando a notar en un momento como el actual, un momento de crisis. Hasta el más tonto se da cuenta de que la crisis que vivimos es debida fundamentalmente a que el sistema está fallando. Y ese sistema, todos lo sabemos, es un sistema que se basa en la democracia para sustentar su credibilidad.

La democracia es, ya lo dijo Churchill, de todos los sistemas, el menos malo que se ha probado. Yo me quedo con lo de «menos malo», indicando claramente que malo, lo que es malo, lo es. Es el sistema ideal para el capitalismo, ya que da una falsa sensación de libertad e igualdad que permite que los ciudadanos sigan adelante sin hacer muchas preguntas. Es un sistema que aporta seguridad, comodidad, sensación de amplitud de miras, y aunque sea una falsa meritocracia (no es cierto que los mejor preparados sean los que consiguen las mejores posibilidades), todos apuestan por el sistema que les permita vivir de forma acorde a su naturaleza sin sentir que son controlados y maniatados cultural y políticamente.

Sin embargo, la democracia, tal y como la entendemos hoy en día es una entelequia basada en conceptos trasnochados que, desde luego, para el ciudadano de a pie parecen insuperables. En eso confían los poderes fácticos para mantener su poder. Es como los bancos: los banqueros confían (bueno, más bien saben a ciencia cierta), que la gente no va a sacar sus ahorros del banco todo de una vez, con lo que pueden seguir alimentando su sistema de dinero-deuda indefinidamente (aunque ahora estemos viendo que hasta lo que parecía imposible ocurra, como que esté dejando de haber dinero-deuda suficiente para seguir sustentando esa deuda). Mientras el sistema siga silenciando las mentes de las personas con seguridad y confianza, el sistema seguirá sirviendo a los intereses de los poderosos. La democracia es probablemente una droga tan potente como la religion, ya que adormece las mentes. La confianza crea una falsa realidad que impide a los buenos y correctos ciudadanos entender que se les está manipulando de formas aún más insidiosas que en una dictadura. Porque cuando se tiene la sensación directa de manipulación, la mente se mantiene alerta y esto ayuda a que exista una rebelíon social necesaria para que las cosas evolucionen a un estado más avanzado y profundo. Se dice que «el sueño americano» se llama así porque para vivirlo hay que estar dormido. Es sin duda la forma más interesante que he encontrado de describir la democracia.

Porque recordemos que en el actual sistema no es el pueblo quien tiene el poder, como nos quieren hacer creer. Cuando la democracia era directa (y recordemos que eso sólo ha ocurrido una vez, en la Grecia clásica), eran los ciudadanos los que directamente decidían lo que debía ocurrir. Obviamente no acertaban siempre, pero les permitía tener la posibilidad de decidir sobre sus propias vidas en común con sus conciudadanos. Después alguien pensó que los ciudadanos no podían, objetivamente, decidir adecuadamente acerca de los distintos temas, y que sería imposible sacar adelante ninguna decisión importante si se tiene que contar con ellos. Y hasta ahora. Se nos hace creer que unas elecciones cada cuatro años son suficientes como para que todo funcione, y que con ello hemos decidido como queremos que sean las cosas. Pero sabemos que no es cierto. Bueno, no todos, desgraciadamente. La mayoría sigue pensando que al votar están decidiendo el destino de sus vidas, cuando lo único que están haciendo es perpetuando la continuidad de un sistema caduco e ineficiente, ya que los «ismos» son irrelevantes. Todas las ideologías, en democracia, persiguen lo mismo, que es el mantenimiento de los poderes fácticos más allá de cualquier otra consideración.

Para terminar, un aviso para navegantes: las cosas no van a cambiar de ninguna forma. Se nos ha hecho creer que todos esos poderes luchan por encontrar una alternativa que no provoque crisis pero no es cierto. Esta crisis financiera ha sido simplemente la consecuencia de la inacción de los poderes políticos, dejando que los especuladores poderosos camparan a sus anchas por doquier. Va a haber cambios, eso sí, pero sólo para evitar que esto vuelva a ocurrir en un tiempo razonable. Me gustará escribir algunos artículos más respecto al tema, pero tiempo al tiempo, aunque ojalá no fuera necesario hacerlo porque todos fueramos conscientes del mundo real en el que vivimos.